¡Pasajeros al tren!
Así son las Cosas
por Oscar Yanes, El Universal, Julio 7, 2006

"¡Pasajeros al tren!", gritó el vigilante y se escuchó el pito de la locomotora Cóndor.

"Mucho cuidado con El Encanto...", le aconsejaban las madres a las muchachas casaderas cuando iban a pasear por el bosque, "porque por allá hay muchos mogotes y cuando una señorita pierde
aquello ya no tiene remedio...".

El padre de El Encanto fue un alemán llamado Gustavo Knoop, director del Gran Ferrocarril de Venezuela, quien fundó todos los parques que usted podía ver desde las ventanillas del tren cuando viajaba de Caracas a Valencia.

Durante más de un cuarto de siglo Knoop se dedicó a sembrar árboles a los dos lados de la línea férrea desde Caracas hasta Valencia. Era un creador de bosques y de parques, al estilo alemán. Todas las estaciones eran una copia exacta de las que se veían en Alemania. Es decir que este ferrocarril que el pueblo bautizó con el nombre de "ferrocarril alemán" era alemán de verdad.

El tren salía desde la estación de Palo Grande y después de recorrer 35 kilómetros llegaba a El Encanto. Un viaje corto, pero con breves escalas en Antímano, Las Adjuntas y Los Teques. La vía tenía una extensión hasta Valencia de 176 kilómetros, con 86 túneles y doscientos doce puentes. El túnel número diez es el más grande entre Los Teques y El Encanto, tiene 267 metros de longitud desde Caracas hasta Valencia y 25 estaciones.

El Encanto es la quinta estación saliendo de Caracas. Ir en tren a Valencia salía por cuarenta y cuatro bolívares.

Estas eran algunas de las tarifas: de Caracas a Los Teques, ocho setenta y cinco; Las Tejerías, 19,25; La Victoria, 26,25; San Mateo, 27,25; Cagua, 28,25; Turmero, 29,25; Maracay, 34 bolos; Guacara, 40,50. Vendían cupones por ciento cincuenta bolívares y con ellos podías comprar billetes "para el cónyuge, hijos y sirvientes del portador siempre que vayan con él en el mismo tren a la misma estación de destino".

En 1894 el tren fue inaugurado por el presidente Joaquín Crespo, quien vivía justamente en el palacete de Santa Inés, construido en zona adyacente a la estación del Gran Ferrocarril Caracas-La Guaira que había sido inaugurado por Guzmán Blanco en julio de 1883.

La gente le tenía mucho miedo "al mal de tren", enfermedad que según los pasajeros la ocasionaba el mismo viento, por lo que no se debían abrir las ventanillas. El "mal de tren", diagnosticaban los boticarios, causaba "graves dolencias entre pecho y espalda".

Los viajeros que iban a Valencia "en el caballo de hierro" decían que "era conveniente ir con gorra y bufanda, mientras el cuerpo se acostumbra, pues "al abrir una ventana puedes quedar tullido".

El ferrocarril tardaba siete horas para llegar a Valencia, a veinte kilómetros por hora. El mismo tiempo tarda usted hoy en subir a un avión en Maiquetía y llegar a Madrid.

Una de las estaciones del tren, llamada Las Mostazas, se hizo famosa por las empanadas de gallina, a real.

Los caraqueños inventaron un refrán: "más cara que una empanada de Las Mostazas". En Caracas pagabas a locha una empanada de caraotas.


Así son las cosas.